miércoles, 6 de diciembre de 2006

La niña mutilada

Todo comenzó como en casi todos los niños de mi edad.
Pues es normal que se chupen el dedo si tienen hambre o por simple afición, al poco comencé a comerme las uñas y lo hacia hasta que los dedos me sangraban, de verdad que cuando pasas un limite es dolorosísimo.
Aunque también es verdad que una vez curado, te da margen para comer un poco mas y esta situación se alargo en el tiempo hasta que mis dedos fueron tomando forma de muñones.
-Y tus padres no hacían nada para evitar que te comieras las manos poco a poco.
-Si claro. Ellos primero me pusieron un repelente amargo ha modo de esmalte de uñas, de ahí pasaron a las collejas y finalmente me llevaron a el psicólogo infantil. pero nada funciono.
Y es por esto que acabe con estos garfios en las manos. Los cuales creo que ya me los hubiese comido de no ser porque me pincho en la cara cada vez que lo intento.
-Bueno gracias a las prótesis, los estás superando y vas a recuperar poco a poco tu vida normal.
-Si las prótesis son muy practicas para proteger mis manos y con ellas puedo pinchar, cortar y arañar lo que me resultan muy útiles a la hora de saciar mi hambre de carne humana.

1 comentario:

alberto hernández dijo...

carta de miquel

Hola Albertito.
Te ehe ecscrito un comentario en el blog, pero
después de intentarlo cinco veces, he desistido.

Era algo así, por si lo quieres colgar tú:

Después de deleitarnos con un aperitivo de
ilustraciones ornamentadas en mantelitos de papel,
rebosantes de ingenuidad sazonada con falsa inocencia
y una pizca de perversión parece ser que nos acercamos
a los platos fuertes. Y es que el Alto este apunta así
mismo, recolectando nuevas recetas e historias en las
qué la incógnita nuevamente despierta. Y... al fin y
al cabo Kafka, nunca se separó de nosotros.


Un besito dominguero.

Miquel.